El Principito: A los adultos les gustan los
números. Cuando uno les habla de un nuevo amigo, nunca preguntan sobre lo
esencial. Nunca te dicen: "Cómo es el sonido de su voz? Cuáles son los
juegos que prefiere? Colecciona mariposas?" Te preguntan: "Qué edad tiene?
Cuántos hermanos tiene? Cuánto pesa? Cuánto gana su padre?" Sólo entonces
creen conocerlo. Si uno dice a los adultos: "Vi una bella casa de
ladrillos rosas, con geranios en las ventanas y palomas en el techo..." no
logran imaginársela. Hay que decirles: "Vi una casa de cien mil
francos." Entonces exclaman: "Qué lindo !"
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